Una niña, un padre, una acusación de abusos sexuales continuados, un juicio a puerta cerrada y dudas 7 años después

Enero de 2018. La hija de J. C., de 10 años, denuncia que el día 20, sábado, se encontraba pasando el fin de semana en la casa de su padre junto con sus dos hermanos, también menores de edad. Mientras ellos dormían la siesta después de comer, su progenitor entró en su habitación y la niña le pidió que le hiciera cosquillas en la espalda para poder conciliar el sueño. Según su testimonio, su padre introdujo sus manos debajo del pantalón y de la ropa interior de la niña; le tocó los glúteos, la apretó contra él y le restregó su pene erecto. El presunto abuso sexual se interrumpió porque su hermano de 4 años entró inesperadamente en la habitación y el padre dijo a la cría que no se lo contara a nadie.

Esa misma noche, el hombre preguntó a su hija en la habitación si quería que le hiciera más caricias y pidió a la muchacha que se subiera encima de él. En ese momento, según la Fiscalía en su escrito de acusación, le volvió a introducir sus manos por debajo del pijama y le tocó los glúteos mientras le restregaba su pene erecto contra su cuerpo. La situación fue interrumpida porque el padre contestó unos mensajes por teléfono que acababa de recibir, lo que la menor aprovechó «rápidamente para escapar al baño».

Cuando la niña regresó a la cama, continúa relatando el Ministerio Público, ella se tumbó de costado en un extremo. Su padre se acercó nuevamente y se repitieron los abusos sexuales. Pero dejó de tocarle los glúteos cuando la cría le pidió «expresamente» que parase.

Según la menor, el comportamiento se prolongó durante tres días, hasta el martes, y el padre la conminó para que no contara nada de lo ocurrido, «ni siquiera a su madre», de la que estaba separado. Los presuntos abusos continuaron más adelante mientras la cría dormía. Le arrimaba «sus genitales en erección, apretándolos contra la parte trasera de la menor», relata el Ministerio Público en su escrito.

Este martes se ha celebrado el juicio, aunque antes de comenzar el fiscal ofreció al padre una conformidad de dos años de prisión y la suspensión de su ingreso en la cárcel. Sin embargo, el acusado rechazó el acuerdo y decidió defender su inocencia.

La sesión ha sido a puerta cerrada y el fiscal ha manifestado dudas sobre el relato de la cría. También ha bajado de seis a tres años su petición inicial de cárcel en un caso en el que las dilaciones indebidas (retrasos no achacables al reo) son palmarias: las últimas diligencias interesantes que se practicaron se remontan a 2019, hace seis años.

Entonces, ¿a qué se ha debido tanta demora? Principalmente dos factores han provocado este mayúsculo retraso. Por un lado, un fallo del juez instructor, que retrasó casi un año el procedimiento al incoar un sumario en lugar de diligencias previas. Por otro, se intentó realizar la prueba preconstituida a la menor para que no declarase en el juicio; se la citó varias veces, pero no compareció.

La denunciante, ahora con 17 años, sí acudió este martes a la sala de la Sección Segunda de la Audiencia, situada en el primer piso del vetusto edificio. Desde un despacho de la Fiscalía, en la planta baja, declaró a través de una videoconferencia contra su padre. Lo hizo con una psicóloga forense al lado y mantuvo lo que contó durante el procedimiento.

Ahora el tribunal deberá valorar las dudas manifestadas por el fiscal sobre los hechos, además de considerar si el testimonio de la denunciante pudiera estar condicionado debido al entorno familiar en el que ha crecido. Este último extremo lo puso sobre la mesa Ángel J. Cabezos, un psicólogo forense contratado por el padre, quien lleva desde 2018 sin ver a sus tres hijos por el incumplimiento del régimen de visitas en el punto de encuentro.

«Hay argumentos suficientes en el procedimiento para que la sentencia sea absolutoria», señaló Cabezos, especialista en pederastia, pedofilia y relaciones incestuosas, después de su comparecencia en la sala. Para elaborar su informe, se ha basado en la documentación oficial y en los informes psicológicos forenses de la menor aportados en el juzgado de instrucción. «Su relato ha sido inalterado desde que ocurrieron presuntamente los hechos hasta el día de hoy. Y esto se corresponde con una creación de relato que no es creíble. Las probabilidades son mínimas; es una estrategia, es una construcción», manifestó Cabezos.

El abogado del padre, Álvaro Escudero, pide la libre absolución porque está convencido de la inocencia de su cliente, quien salió de la Audiencia sin cruzarse con su hija.

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